sábado, 8 de noviembre de 2014

En la ventana acecha un gato negro.

Hija de la ruina y madre del llanto. Todo el odio que fecundo debería convertirlo en canto, mas hay sonrisas que no soporto, personas que son tormento. Como mi malhechora, por ejemplo. Haberme matado en su momento. Yo no pedí vivir odiando. Ni sufriendo. 
Haberte despojado de este saco de infiernos. Ahora ardo, como ungüento.

Pic by: Israel de Lago. http://israeldelago.es/

martes, 4 de noviembre de 2014

Mi oda a tu homicidio.


La ansiedad viene cuando a mí llega tu recuerdo, y, te pienso. Como si fuera presa de una mezcla entre asco y sufrimiento.

QUE NO TE QUIERO.

Este amor truncado posee todo mi cuerpo. 
Como víctima de un antojo y como un despojo me arrastra hasta tu espejo. Y te observo y no te reconozco. Como si cualquiera, como si ninguno. 

De espejo a reflejo. De seco a verdejo. De la verdad a la muerte, y, así te quiero; muerto. Metafóricamente. 

domingo, 19 de octubre de 2014

Huesos

Sus costillas como un arpa. 
Sabes, soy una amante de la delgadez extrema. 
De lo pobre. 
Del blanco. 
Del espacio. 
Del vacío. 

Sus clavículas como espinas. 
Me encantan los picos. 
Lo saliente. 
Las rocas erosionadas a golpe de granizo. 
Me deshago perfilando nudillos, rodillas, tobillos...
Sus vértebras marcadas. Como la columna vertebral de un cocodrilo. 


sábado, 18 de octubre de 2014

Gracias, paz y gloria

Capto una instantánea del espejo mientras sucumbimos al placer de estar vivos. Mientras creces tú en mí y reduzco yo en ti mis desdichas. Mientras el espejo es partícipe del subibaja de mis caderas. De tus manos que apresuran. De la respiración que se acelera. De mi piel que se escama. De tus labios que suplican. De mis muslos que ahora ahogan. De los cuerpos que trascienden y deshacen algo tan vano y superfluo como el sexo mientras duermen piel con piel. 
A ti, gracias. 
A mí, la gloria. 
Aquí, la paz.

viernes, 10 de octubre de 2014

Roto el espejo.

Y a quién voy yo a suplicar. Si la vida se muestra sola. Si yo me creí arropada y estoy desnuda, fría, sucia, pequeña y sola. 
Retorné a la raíz por el abrigo y lo hallé desgastado, roto, quemado. 
Caminé por un desierto de ruegos a mi vuelta y te encontré oasis. 
Bebí de tu agua, creí calmar mi sed, enjuagué mi cara opaca, alcé la mirada y ya no estabas. Espejismo, grité. Otro espejismo. Como tantos. Como todos. Si no, quién? Sino nadie. Aquí yo la única. Vago en un limbo, camino solares, arrastro sal de llanto, escuezo heridas supurando. Vivo un calvario. Desierto de sombras. Espero la mano. No llega. Estoy muerta y me creo vida. 

domingo, 5 de octubre de 2014

Perdona si te llamo amor.

El amor como individualismo, como dijeron mi hermana y Zizek, me parece extremadamente violento. Qué manera de amar es esa, la de focalizar toda tu energía, todo tu... "amor" , en una sola persona. Pero qué clase de suicidio es ese. No creo en la fidelidad prostituida que hemos comprado. El amor hacia un solo individuo, amor individual, víctima del dualismo. Vivido desde dos perspectivas, desde dos percepciones, nadie sabe cuánto de equilibradas y cómo de comparadas con un punto imparcial, con una visión ajena, real. No infectada de la enajenación producida por la emoción de la concentración de dicho "sentimiento" en un solo ser.
No estamos preparados para lidiar con una relación con toda la mierda que llevamos a la espalda. 
Querida humanidad, estamos enfermos y el contagio no es la cura. Cargar al prójimo con todos nuestros bultos y heridas, me parece un acto extremadamente egoísta. Como el de indiviDUALIZAR el amor. Somos víctimas de un dualismo, por qué reproducir otro entre nosotros. Por qué reproducirnos entre nosotros y reproducir en nuestros descendientes la misma infección. Somos plagios, de otro plagio de plagios, y así sucesivamente. 
Por eso, amados, predico un amor libre. 
OJO! Jamás libertino. 
Pero qué fue de la libertad de amar sin límite. 
Lo que se entiende por amor como sentimiento puro. Sin ánimo sexual, o quizás sí, pero no como base. 
Como base el alma. Como beso una danza. 
Un amor universal. 


lunes, 29 de septiembre de 2014

Otoño

Esta ansiedad me consume. No sé si es lo de dejar de fumar, la fiebre de mi gripe otoñal o la adición de mis dedos a rozar tus labios. 
Pero ansío. Ansío la vida. 
Respiro como a bocanadas. No sé si es por el colapso que oprime mis fosas nasales, por las taquicardias dueñas de una siguiente hemorragia de nostalgia o porque me va a estallar el pecho por la necesidad de besarte. 
Me oprime tu alma, ahora ausente. Aplasta a la mía y la reduce a barro. 
Extraño tus manos acariciando cada milímetro de mi ser. Refugiados en la cama bajo un manto de hojas secas. Inundando las noches de vendaval con vino italiano. Bañados por un sol paradisiaco. Regidos por palmeras que marcaban nuestros pasos. Bailando sumergidos en el océano atlántico. Bendecidos con cada puesta de sol, con cada rayo. De la mano, lo más parecido a un aliado. 
Sí, creo que eres tú. 
Sí, creo que te extraño.