viernes, 26 de julio de 2013

Fuera de control.

Y es que cuando se trata del corazón, nada es predecible.

No sé en qué momento empecé a perderme. Mi cabeza dejó de dar órdenes a mis articulaciones y estoy moviéndome por impulsos. Movida por mis pulsaciones. Sístole, diástole, sístole, diástole..

Y entonces mi cabeza recobra el conocimiento por un instante y es como si me asomase a un barranco, como una caída libre desde un acantilado. Y, mi corazón, preso de una arritmia, se encoge. Se vuelve pequeñito y arrugado como un garbanzo. Se llena de impotencia creyendo que se acaba su liderato y en ese mismo momento aparece una imagen que llevo tatuada en la retina, que es la que hace que pierda el conocimiento. Mi cabeza vuelve al modo stand by. Mi corazón vuelve a tomar el control, latiendo al ritmo de una música serena que apacigua sus arritmias y, de fondo, esa imagen. Ahora levito, sonrío, fluyo, manos al aire y me dejo llevar, bailando al ritmo del latido hasta que mi consciencia vuelva a despertarse.

Temo las arritmias que causan infartos. 

miércoles, 24 de julio de 2013

A pesar de vuestros argumentos sigo pensando que el amor es el motor que mueve al mundo.

Toda la vida huyendo del materialismo. Huyendo de estereotipos impuestos por un sistema. Conviviendo con el temor de convertirme en un corderito más del rebaño. Creyendo en la humanidad del ser humano, que a veces me decepciona y es inexistente.
Pero mientras haya un mínimo de bondad, un pequeño gesto de solidaridad, una ráfaga de humildad, una muestra; por tenue que sea, de amor, seguiré creyendo. Seguiré creyendo en los seres, en las almas, en las personas.
En mi balanza pesa mucho más una caricia que un saco de monedas.
Lo material es efímero, termina destruyéndose, incluso destruye.  El amor dura eternamente. Es como la energía, no se destruye, sólo experimenta transformaciones.

Ya lo dijo Neruda, “Si nada nos salva de la muerte, al menos que el AMOR nos salve de la vida.”