Hacerlo mío, hacerlo tangible.
Miro hacia atrás por si mi sombra acecha.
No te marches todavía que se agotan mis escritos.
Queda el alma pura de un infante.
Escucho, a la caza y expectante.
Sigue hablando por favor, no te calles.
No tengo interrogantes.
No me quedan frases fúnebres, esclavas de lo ardiente.
No me ensucies por favor, que mañana tengo clase.
Vuelvo a casa una noche de noviembre
Alegría entristecida, hoy llega mi trece.
Las tendencias son sumisas y la palabra aprieta.
Con un trago y más de mil caladas a la espera, abro la página 32 y mi solución ahí aguarda.
Con la carga sigo caminando, ya que, "no hay mal que por bien no venga" y sigo fumando. Y bebiendo. Que por beber, me bebo mi vida, de un sorbo. Y vomito. Vomito las noches de retaguardia. Y canto. Canto a la vida un salmo. Que yo no soy escritora ni artista. Soy una amante de la vida en todos sus campos. Y la admiro, y ebria de este amor por ella, sonrío. Sonrío por breve que sea.