martes, 2 de septiembre de 2014

Guardados en baúles. Recopilados como cócteles.

-No quiero seguir siendo tu musa -le dije; ya estoy harta de llenar camas y novelas. Las musas de hoy en día no pasan los 30 y me desgasta, como las calles desgastadas amparan pasos, cables, motores.. Y a lo lejos soy sombra, nubes bajas. Humo disipado entre montañas.
La superficie es el desgaste. Fecundo poesía. Divulgo esperanza. Soy idealista de la vida arrastrada a vivirla, que es lo que todo ello concierne. Y qué es vivir sino morir premeditadamente. Desaprendiendo he comprendido vagas sombras efervescentes de vida, o de muerte. Porque qué puede ser vivir, ¡dime! sino morir premeditadamente.
-Entonces, libérame de esta muerte premeditada- me dijo. 
-El que tiene cuerdas es porque se ata. Yo también quise atarme. Nunca serás libre. -contesté. Nadie es libre. Ni siquiera yo. Juego a ser libre. Sueño que vuelo. La libertad se fecunda igual que la inspiración. Tienes que engendrarla. 
-Y tú, cómo eres capaz? 
-No temo.
Y me fui, claro que me fui. Igual que se van todos. Nadie se queda, mucho menos las letras. Pero esta vez quedó en mi mano el abandono. El abandono del arraigo. El arraigo a lo absurdo. El absurdo de aterrizar. Aterrizajes forzosos. Forzar un despegue y ahora, me indigno yo aquí fumándome la vida. Las horas muertas, tu herida. A falta de mar, buenas son ruinas.


No hay comentarios: