miércoles, 24 de septiembre de 2014

La desdicha del conocimiento hallada en la desgracia. Habitada entre súplicas, entre llantos y apariencias. El ser aparente que aparece y fecunda tu alma con sed de rabia. Localizaciones desesperadas enfocan la esperanza. De vida. Y la muerte? No se encuentra. Se espera. Anhelando una mañana. Y se demora e inquieta. El suburbio es un nido de paz cuando la ira abunda. Cuando la oscuridad acecha. Las indomables sombras que en mi interior transitan son presas de las vivencias que contiene esta cara. Que se mantiene. Menos en los días de resaca elíptica, cuando la lucidez eclipsa y las generatrices están de parte del vértice. El susurro de las voces que dentro de mí replican. Como chirriantes, como huecas, como muecas del camino que conduce a la sabiduría, que es insípida.
Estoy de pie frente al reflejo que ayer entonó un réquiem por la directriz perdida. La causa una espiral. La consecuencia no se estima. 

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