viernes, 26 de julio de 2013

Fuera de control.

Y es que cuando se trata del corazón, nada es predecible.

No sé en qué momento empecé a perderme. Mi cabeza dejó de dar órdenes a mis articulaciones y estoy moviéndome por impulsos. Movida por mis pulsaciones. Sístole, diástole, sístole, diástole..

Y entonces mi cabeza recobra el conocimiento por un instante y es como si me asomase a un barranco, como una caída libre desde un acantilado. Y, mi corazón, preso de una arritmia, se encoge. Se vuelve pequeñito y arrugado como un garbanzo. Se llena de impotencia creyendo que se acaba su liderato y en ese mismo momento aparece una imagen que llevo tatuada en la retina, que es la que hace que pierda el conocimiento. Mi cabeza vuelve al modo stand by. Mi corazón vuelve a tomar el control, latiendo al ritmo de una música serena que apacigua sus arritmias y, de fondo, esa imagen. Ahora levito, sonrío, fluyo, manos al aire y me dejo llevar, bailando al ritmo del latido hasta que mi consciencia vuelva a despertarse.

Temo las arritmias que causan infartos. 

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