Pero mientras haya un mínimo de bondad, un pequeño gesto de solidaridad, una
ráfaga de humildad, una muestra; por tenue que sea, de amor, seguiré creyendo. Seguiré creyendo en los seres, en las almas, en las personas.
En mi balanza pesa mucho más una caricia que un saco de
monedas.
Lo material es efímero, termina destruyéndose, incluso
destruye. El amor
dura eternamente. Es como la energía, no se destruye, sólo experimenta
transformaciones.
Ya lo dijo Neruda, “Si nada nos salva
de la muerte, al menos que el AMOR nos salve de la vida.”
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