lunes, 24 de junio de 2013

Buscando el cobijo.

En el cuarto de la plancha.
Me escondo. Cierro con llave y respiro.
Respiro tranquila.
Me siento en el suelo. Noto el centrifugado de la lavadora como si de un terremoto se tratase.
De fondo, gritos. Oigo gritos, reproches y más gritos.
Cristales rotos.
De repente silencio. Silencio que se rompe por el ruido, ahora relajante, de la lavadora.
La ropa se mece. Una vuelta, otra, otra más...
La ropa arriba y abajo.
El aclarado me hipnotiza.
La espiral que forman los tejidos con el agua, la mezcla de colores. Las prendas danzan.
Suavemente mi mirada, no muy conforme, se desplaza hacia la puerta del cuarto de la plancha.
Presto atención al exterior.
Una mujer entona un sollozo, preso de la nostalgia. Preso del miedo.
Llora y arrastra cristales con un cepillo...
Mi corazón se encoge.
En defensa propia, mi cerebro anula los sonidos de afuera. Mis ojos vuelven a clavarse, fijos en la lavadora.
Mientras dure el lavado, mi tranquilidad estará a salvo.

http://www.youtube.com/watch?v=vSkb0kDacjs

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