El tic tac del reloj enmudecía.
Sordos los llantos, mudos los latidos.
El mundo se paraba y nosotros nos dedicábamos a soñar despiertos.
Contemplábamos los edificios fúnebres, presos del calor de un agosto interminable.
Y continuábamos creando inspirados por cualquier medicina ilegal que nos derivaba a esta locura transitoria apodada arte.
Fotografía : Alberto Mendoza Sanz.
https://www.facebook.com/AlbertoMS07
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