lunes, 29 de septiembre de 2014

Otoño

Esta ansiedad me consume. No sé si es lo de dejar de fumar, la fiebre de mi gripe otoñal o la adición de mis dedos a rozar tus labios. 
Pero ansío. Ansío la vida. 
Respiro como a bocanadas. No sé si es por el colapso que oprime mis fosas nasales, por las taquicardias dueñas de una siguiente hemorragia de nostalgia o porque me va a estallar el pecho por la necesidad de besarte. 
Me oprime tu alma, ahora ausente. Aplasta a la mía y la reduce a barro. 
Extraño tus manos acariciando cada milímetro de mi ser. Refugiados en la cama bajo un manto de hojas secas. Inundando las noches de vendaval con vino italiano. Bañados por un sol paradisiaco. Regidos por palmeras que marcaban nuestros pasos. Bailando sumergidos en el océano atlántico. Bendecidos con cada puesta de sol, con cada rayo. De la mano, lo más parecido a un aliado. 
Sí, creo que eres tú. 
Sí, creo que te extraño.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

La desdicha del conocimiento hallada en la desgracia. Habitada entre súplicas, entre llantos y apariencias. El ser aparente que aparece y fecunda tu alma con sed de rabia. Localizaciones desesperadas enfocan la esperanza. De vida. Y la muerte? No se encuentra. Se espera. Anhelando una mañana. Y se demora e inquieta. El suburbio es un nido de paz cuando la ira abunda. Cuando la oscuridad acecha. Las indomables sombras que en mi interior transitan son presas de las vivencias que contiene esta cara. Que se mantiene. Menos en los días de resaca elíptica, cuando la lucidez eclipsa y las generatrices están de parte del vértice. El susurro de las voces que dentro de mí replican. Como chirriantes, como huecas, como muecas del camino que conduce a la sabiduría, que es insípida.
Estoy de pie frente al reflejo que ayer entonó un réquiem por la directriz perdida. La causa una espiral. La consecuencia no se estima. 

martes, 2 de septiembre de 2014

Guardados en baúles. Recopilados como cócteles.

-No quiero seguir siendo tu musa -le dije; ya estoy harta de llenar camas y novelas. Las musas de hoy en día no pasan los 30 y me desgasta, como las calles desgastadas amparan pasos, cables, motores.. Y a lo lejos soy sombra, nubes bajas. Humo disipado entre montañas.
La superficie es el desgaste. Fecundo poesía. Divulgo esperanza. Soy idealista de la vida arrastrada a vivirla, que es lo que todo ello concierne. Y qué es vivir sino morir premeditadamente. Desaprendiendo he comprendido vagas sombras efervescentes de vida, o de muerte. Porque qué puede ser vivir, ¡dime! sino morir premeditadamente.
-Entonces, libérame de esta muerte premeditada- me dijo. 
-El que tiene cuerdas es porque se ata. Yo también quise atarme. Nunca serás libre. -contesté. Nadie es libre. Ni siquiera yo. Juego a ser libre. Sueño que vuelo. La libertad se fecunda igual que la inspiración. Tienes que engendrarla. 
-Y tú, cómo eres capaz? 
-No temo.
Y me fui, claro que me fui. Igual que se van todos. Nadie se queda, mucho menos las letras. Pero esta vez quedó en mi mano el abandono. El abandono del arraigo. El arraigo a lo absurdo. El absurdo de aterrizar. Aterrizajes forzosos. Forzar un despegue y ahora, me indigno yo aquí fumándome la vida. Las horas muertas, tu herida. A falta de mar, buenas son ruinas.